lunes, 24 de octubre de 2016

EL CAJON SECRETO (Lo que los Padres deben saber para que sus hijos no abandonen la iglesia)


EL CAJON SECRETO

    

     Hace bastantes años atrás descubrí un cajón secreto, estaba en la alcoba (dormitorio) de mis padres y concretamente en la mesilla de noche del lado donde dormía mi padre. Normalmente ¿Qué es lo que se suele guardar en un cajón secreto?.....
      joyas, dinero, algún tipo de escritura, algún documento importante, algo de incalculable valor, etc…. ¿Qué pensáis que había dentro?
      Había algo de incalculable valor para mi padre, dos o tres fotos de sus hijos y de mi concretamente habían dos.
      Mi padre fue hijo de la postguerra, de aquella generación de hombres responsables que trabajaban de sol a sol y con solo entregar el sueldo a casa ya tenía bastante. No recuerdo ni un beso, ni un abrazo afectuoso y ni una palabra de ánimo pese a que hubieron ciertos momentos de mi niñez que los había necesitado.
    Pero….ese descubrimiento fue para mí como un bálsamo de consolación como un alivio ya que hacía tres meses que mi padre había fallecido y algunos interrogantes rondaban por mi cabeza en cuanto a mi relación con él.
    Tuve la certeza de que mi padre me quería pero que nunca me lo había manifestado. Él tuvo una infancia mucho peor que la mía ya que por las circunstancias no le enseñaron a demostrar afecto.
     Mi madre después de 20 años fueron contestadas sus oraciones y mi padre volvió a los caminos del señor unos cuantos años antes de un 12 de octubre donde partió con Dios. Mi madre decidió quitar la alcoba y poner un dormitorio individual, yo le estuve ayudando a desmontar la alcoba y gracias a eso descubrí dicho cajón.
     Mi padre no sabía demostrar sus sentimientos como muchos de aquella época pero yo descubrí que formaba parte de su más preciado tesoro o heredad que guardaba y velaba en silencio.
     Hoy día somos otra generación de padres, muchos más afectivos con nuestros hijos pero con las mismas preocupaciones que los de antes que es la de guardar y velar por un buen futuro para los nuestros.
     Sin duda todos nosotros los aquí presentes tenemos algo en común, nuestros hijos, nuestro más preciado e incalculable tesoro pero también nuestra heredad espiritual que Dios nos ha dado que debemos de cuidar y guiar.
     Por ello, desde el ministerio juvenil queremos reflexionar “junto” con vosotros sobre los hijos y lanzaros un PEQUEÑO GRAN RETO.

     Entendemos, a la luz de la palabra de Dios que por mucho que intentemos sembrar en vuestros/nuestros hijos la semilla de la palabra, compromiso y crecimiento si entre semana no hay un terreno preparado y fertilizado para ello poco podemos hacer a no ser que la gracia de Dios nos sorprenda como muchas veces hace.
     En la famosa parábola del sembrador, pone que solo la semilla que cae en buena tierra es la que germina y da fruto. Eso nos lleva a preguntarnos/preguntaros que si solo la semilla que cae en buena tierra es la que crece ¿Qué clase de tierra estamos preparando para nuestros hijos entre semana? o ¿Qué nos impide abonar y preparar un terreno fértil para nuestros hijos? Porque supongo que sabemos que la tierra se puede trabajar, abonar y fertilizar.
     ¿Cuándo es la última vez que hemos orado por nuestros hijos? ¿Que hemos compartido un pasaje de la biblia? ¿Qué hemos cantado en casa alguna canción de alabanza o que hemos realizado algún tipo de devocional familiar? ¿Qué hemos animado a nuestros hijos a que asistan a la iglesia, al grupo de jóvenes o alguna actividad que sabemos e intuimos que puede ser de bendición para ellos?
     Nosotros consideramos que un buen tanto por ciento considerable de que nuestros hijos asistan a la iglesia dependerá de nuestro entusiasmo, preocupación y trabajo con ellos.
     Antes os hablábamos de un pequeño gran reto que os queremos proponer y es el siguiente:
     “Anhelamos y oramos por una generación de niños y jóvenes apasionados por Jesús”  
     Pero sabemos que este reto, empieza en casa.

     En 1ª Pd 3.21, hay una parte del versículo que nos dice:

Presentemos siempre defensa con mansedumbre y reverencia a todo aquel que nos demande de la esperanza que hay en vosotros”

   Qué bueno que sería que los primeros que nos pidan razón de la esperanza que hay en nosotros, sean nuestros hijos ya que son nuestros primeros y más directos testigos.
   Que también en nosotros vean “Pasión por Jesús” y que sepamos transmitirles los valores necesarios a través de nuestra actitud, compromiso y visión del evangelio.
    La palabra defensa del versículo mencionado anteriormente en el griego es APOLOGIA que significa rebatir con argumentos convincentes lo que defendemos.
    Creo sinceramente y en esto coincido con algunos educadores que muchas veces sobre nuestros hijos proyectamos el “Tener” como una meta básica y loable para nuestros hijos. Y cuando hablo de tener me refiero a: tener buenas carreras, estudios, buenos trabajos, formación, buenas casas y todo aquello que quizás nosotros no hemos llegado alcanzar…
    Pero al igual que “Teruel” el “ser” también existe. Como por ejemplo ser buenas personas, comprometidas con la sociedad y porque no “Ser una generación apasionada por Jesús”. Y en definitiva SER discípulos de Cristo.
    Esta es nuestra oración y esta es nuestra reflexión.
    La decisión y valoración os corresponde a vosotros, aunque como una vez comentó un entrenador deportivo  toda decisión conlleva una APUESTA (apostar por lo que hemos decidido hasta las últimas consecuencias)  y una RENUNCIA (Sabiendo que muchas veces hay que pagar un precio por dicha decisión y renunciar a ciertas cosas en pro en este caso del bien espiritual de nuestros hijos).

  ¿Aceptaremos este pequeño gran reto?

   Si lo quereis escuchar clikear aqui.

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